ARACNET, 8 - Bol. S.E.A., nº 29 (2001) : 137-139.

 

ARCHIGUEVIS LEPIDOPTEROLÓGICO (VIII):

Crónica de un asesinato ambiental

 

Eliseo H. Fernández Vidal
Plaza de Zalaeta, 2, 5º A; 15002 A Coruña

    Pudiera ser que exista una montaña, pues realmente quizás existe, cuya cima, a lo lejos, fuera clavadita a una teta que, entre los 800 m y la cúspide, coronada por un vértice geodésico, estuviese constituida por un enorme cúmulo de afloramientos calizos fragmentados, ahora ya casi desprovistos de su vegetación de antaño. Que hubiese habido un tiempo no muy lejano en que los brezos casi los cubrían por entero y que, entre ellos, afianzadas a la roca, creciesen un sinfín de plantas rupícolas y calcífilas. Que en su ladera de solana, de una pequeña cueva surgiese un arroyo que nunca se secaba, casi un hilo de agua helada y cristalina, que se iría encauzando montaña abajo, donde ya tendría nombre, pues pudiera ser que fuese, que sea todavía, la fuente de un renombrado afluente de un conocido río. Pudiera ser...

    Que en este lugar, asocairado por otras cimas más elevadas de la serranía, que lo protegerían del arisco viento que por allí pudiera soplar la mitad del año, habitase una inmensa colonia de Parnassius apollo. Y que además, entre el roquedo, matorrales y herbazales, sobre todo a orillas del arroyo, pululasen ni más ni menos que 64 especies de ropalóceros, algo inusual para tal tipo de hábitat montano.

    Que tan inmaculado paraje se hubiera convertido en un esperpéntico circo ambiental en poco más del último medio siglo, mientras que fuera probable que hubiesen sido necesarios 5 milenios, poco más o menos, para que hubiera adquirido su anterior ecotipo, y algo más de 8 para que las especies de ropalóceros que lo poblaban cuando comienza esta triste crónica se hubieran aposentado allí. Que fuera todo un asesinato ambiental.

    Pudiera ser que existiese un "estudio" reciente efectuado por un grupo de titulados (oportuna, previa y convenientemente becado) durante unas tres semanas por toda la inmensa sierra de la que formaría parte el tetón, en el que se dictaminase que allí el apollo se ha extinguido, ya que no hubieran logrado verlo durante dichas vacaciones pagadas, caso en que, a juzgar por el área total abarcada y el tiempo total empleado en recorrerla, no hubieran podido "gastar" en el tetón, los del grupo (que siempre habrían ido juntos), más allá de una o dos jornadas. Pudiera ser que no fuera cierto, que el apollo aún subsistiese allí residualmente y que volase, a diferencia de en el resto de la sierra y tal como pudiera estar constatado desde antiguo, bastante antes de las fechas en que se hubieran llevado a cabo las labores de tan minuciosa y magistral prospección; sí, que lo hiciera aún, entre el roquedo que bordea ciertos recodos de una carretera al menos, pues incluso pudiera ser que allí lo hubiera avistado este mismo año un viejo amigo mío, colega aficionado como yo al asunto mariposil, aunque pudiera ser seguro y probable que estuviese ya en las últimas...

    Pudiera concluir el "estudio" (en el que también pudiera darse por extinguido el apollo de toda otra sierra...¡No prospectada por el grupo! !Y en donde, sin embargo, aún volase abundantemente!) que el bicho éste, allí donde se hubiera "extinguido", lo hubiera sido debido básicamente a "las excesivas capturas de los coleccionistas". Lo que sería falso en mi humilde opinión, pues pudiera ser que me hubiera preocupado de analizar el asunto cronológicamente y que éstas hubieran sido mis averiguaciones, que expongo al juicio de Ustedes:

 

1927.

Un vértice geodésico.

    Un admirable lepidopterólogo italiano & Familia, a la que sustentaba vendiendo sus colectas, aunque no sólo colectaba por ello sino que vendía para poder seguir colectando y fue una suerte que hubiera venido a colectar a España, colectaron más de 500 apollo en sólo dos jornadas (¡A dedo casi todos!), no apreciando merma sensible en la colonia (pudiera ser que así constase en escrito inédito en mi poder, de tal italiano).

 

1932.

    Un francés apunta en uno de sus artículos, sobre el apollo de esta montaña: "...asses commune...".

 

1942.

    Un elemental observatorio meteorológico del Ejército del Aire. Un Alférez de "Aviación" colectó sobre medio centenar de apollo durante una visita de inspección de una plana mayor, sacrificando así su tiempo de siesta en aras a la petición del hermano mariposero de uno de sus superiores.

 

1943.

    Un reducido destacamento del Ejército de Tierra y un puesto de observación artillera.

    Se comienza a construir una carretera de montaña de exclusivo uso militar.

 

1948.

    Se abandona la construcción de la carretera, lista en su mitad aunque sin asfaltar, pero queda abierta una pista hasta la cima.

 

1950.

    Un inglés escribe en uno de sus artículos, sobre el apollo de esta montaña: "...very abundant...".

 

1961.

    Se ha abandonado militarmente la zona, de la que la cima continua siendo propiedad militar.

    Se proyecta una estación invernal de sky. Se abre una nueva pista, se construyen dos edificaciones, se monta en parte un tendido de telesillas y, un par de años después, se abandona inacabado el proyecto, debido a problemas financieros, de la propiedad del suelo y de otra índole (pudiera ser que el principal promotor fuera el mismo que acomete por entonces otro proyecto similar, más ambicioso y prometedor en otra montaña no muy lejana y mejor comunicada por entonces, que sí progresa).

 

1964.

    Se construye el primer chalet particular, justo por encima del estrato arbóreo, sobre los 800 m, donde comien­za el tetón.

    Por esta época ya son usuales las acampadas veraniegas y se hace patente la presencia de frecuentes visitantes domingueros.

 

1965.

    Se "repuebla" con coníferas una ladra del tetón casi hasta la cima, arrasándose así en poco tiempo una buena parte del biotopo original que sustentaba la colonia de apollo y modificándose abruptamente el hábitat, aunque los visitantes domingueros ya pronto tendrán sombra allí donde nunca la había habido...

 

1968.

    Ya hay construidos unas dos docenas de chalets. Se asfalta un tramo de la antigua carretera de montaña, justo hasta donde se instala un mirador de ladrillo y cemento que hace también las veces de quitamiedo de una pronunciada curva hacia los 1.300 m (la vista desde allí es realmente magnífica). Primeros incendios de poca entidad.

 

1970.

    El viejo colega mío que logró avistar el apollo todavía este mismo año, colecta allí un centenar de ejemplares durante una sola jornada y sin salirse de la carretera.

 

1971.

    Telefónica instala varias antenas reemisoras, o algo así, sobre uno de los abandonados edificios militares de la cúspide.

 

1974.

    Durante el verano, el área de pinar artificial, que ya está de "muy buen ver", suele estar muy concurrida. Se hacen evidentes los primeros basureros al buen "tún-tún". Se instalan un par de chiringuitos estacionales, donde puede uno avituallarse de bebida y bocatas por, ciertamente, un precio muy razonable; con el tiempo, uno de ellos progresa convirtiéndose en casa de comidas y adquiriendo nombre: "El Edén", y haciéndose "famosos" sus gazpachos, tortillas, etc., entre los visitantes.

 

1976.

    Menda visita la zona por primera y única vez. Todavía está muy guay aunque los chalets se cuenten ya por docenas y sea imposible no avistar desde cualquier punto del tetón a algún semejante durante la temporada de verano. En el área baja es bien visible la huella de incendios. El pinar artificial está muy boyante de gente, a su sombra todo es pinocha seca y algún que otro helecho e hierbajo, en sus lindes crece abundante maleza. Colecto en una sola jornada 48 apollo (avistando muchos más) y, en total 31 especies de ropalóceros.

 

1980.

    Cierto tipo de ecoturista comienza a acampar a orillas del arroyo, donde por las noches siempre hay mucho jolgorio. La zona coge cierta fama de "insegura". Aparecen jeringuillas en determinados lugares; alarmados los propietarios de los chalets de más abajo lo denuncian; la Guardia Civil efectúa varios registros y desalojos, etc.

 

1981.

    Gran incendio que lo arrasa casi todo, incluso arden parcialmente varios chalets. Lo único directamente incólume son aquellas áreas del tetón no "repobladas".

 

1982.

    Se prohíbe la acampada pero se establece un campamento juvenil de montaña, o algo por el estilo, dependiente, creo, de una Diputación Provincial y algún que otro organismo más.

 

1983.

    Se inaugura (en la cota 800) el hotel que tanto necesitaba la zona para atender la creciente demanda turística.

    Toda el área del tetón está surcada por senderos y quizás no exista ya ningún rincón en donde no haya alguna huella antropogénica: colillas, cajetillas de tabaco va­cías y otra papelería, plásticos a tutiplé, cascos de bebidas, etc., etc. Aunque mucho peor es más abajo, fuera del tetón, que ya casi es semiurbano.

    A pesar de todo y con un poco de suerte aún se puede colectar una docenita de apollo en una jornada; varias especies sedentarias de ropalóceros han dejado de verse, probablemente se hayan extinguido debido a la desaparición total y abrupta de sus hábitats.

 

1984.

    En la cúspide, que se ateta con alambre de espino, se instalan antenas y otras protuberancias (vaya Vd., a saber de qué).

    No sé qué Agencia del ramo comienza a repoblar de nuevo por todo lo grande con otra clase de coníferas prácticamente todo el tetón.

 

1987.

    Se instala algo parecido a un aula de la Naturaleza, al lado de la cueva en donde nace el arroyo que, hace ya años, está tapiada; acuden allí durante el verano mesnadillas de jovenzuelos dirigidas por un plantel cambiante de ecololistos y ecolofistros medianamente cualificados (según pudiera haberme comentado un auténtico ecólogo conocedor de sus actividades), aunque también sea dicho, parece ser que escasamente atendidos y, aquellos que están en nómina, bastante mal pagados (la mayoría de los que se ofrecen y son aceptados para impartir allí su sapiencia, lo hacen por puro amor al arte, si bien así van haciendo méritos... ). A estas alturas, la montaña está incluida dentro del área que se pretende constituya en breve un nuevo "espacio natural protegido", según proyecto ambiental muy aplaudido por todo quisqui, y que abarcaría más de la cuarta parte de toda la sierra y en donde, naturalmente, salvo permiso especial de la autoridad "competente" creada al efecto, quedaría prohibida la caza, la pesca, la herborización, etc. Se trabaja en ello a tope; un batiburrillo de "verdes" -en la acepción más peyorativa de la palabra- están en ello.

 

1990.

    Se hace una campaña en contra de los vertederos de basura incontrolados (de momento parece ser que el gran proyecto protector se quedó en esto), estableciéndose otros controlados (los mismos) y colocándose "bidones" a modo de basureros aquí y allá (que le dan mucha prestancia ecológica al ambiente) y también papeleras de plástico del "tipo urbano" claveteadas en los negruzcos troncos de los pinos (el efecto resulta conmovedor). Mucho letrerito conservacionista clamando por la bienhomía ciudadana. Siguen los incendios, aunque todos de escasa entidad (al parecer ya hay poco que quemar).

 

1994.

    Se prohíben los fuegos (ya era hora), es decir, las barbacoas y gaitas por el estilo, pero se consienten los del campamento juvenil. Continúan los incendios de poca entidad; al menos uno de ellos es producido por las chispas de un "camp fire" de los de bula, que se llevó el viento, que fue quien tuvo toda la culpa, claro...

 

1997.

    Hubo un simposio en no sé dónde, en el que se incluye el atribulado lugar como de "especial interés natural" (a estas alturas yo lo calificaría de antinatural) y se elabora un presupuesto, que supuestamente pudiera estar a cargo de las administraciones estatal, autonómica y local, amén de acogerse a no sé bien qué fondos de la CEE, para lograr su "recuperación integral". Se incluye como capítulo principal de un voluminoso informe que también abarca la revisión del ultimísimo plan de ordenación del territorio (aprobado por la corporación local hace tan sólo dos meses), el análisis (por encima...) del impacto ambiental respecto a la concesión de licencias de edificación, etc. Ojeado el mamotreto, que no llega a editarse, lo más loatorio que puede decirse sobre él es que, al menos, contiene pocas faltas de ortografía, por lo demás... demasiado dogma y escasa viabilidad.

 

1998.

    No puede decirse que el lugar haya perdido del todo su encanto. En el aspecto natural está sumamente depauperado. Su vegetación original ha desaparecido en grandes áreas. El roquedo yace al aire limpio y orondo idem. Su fauna de insectos es residual. Se calcula que no menos de 20.000 humanos lo visitan cada año; la proximidad de una carretera nacional, un buen desvío bien asfaltado y la propaganda ins­titucional sobre el lugar tienen básicamente la "culpa" de ello, "culpa" que, por otra parte, se presenta como un gran logro turístico e interés de la ciudadanía por el medio ambiente, la ecología y todo eso...

    Yo sinceramente me ratifico en que la "extinción" del apollo en esta montaña no se ha debido en absoluto al abuso de capturas por parte de coleccionistas. Si la zona siguiera en auténtico estado natural, ésta y otras especies que sí han desaparecido absolutamente (a pesar de que nadie las colectaba, a no ser testimonialmente) pulularían como anta­ño.

    ¡Ah, me olvidaba! A modo de sarcástico epitafio para esta moribunda montaña, han colocado, en el desvío de la carretera nacional, un gran cartel institucional indicador de este "edén"... y un poco más allá existen otros con más propiedad: "El Edén, casa de comidas, a tantos kms., etc.".

Fin de mis averiguaciones.

 

 

Addenda y pataleo

    Hubiera podido extenderme más sobre este asunto, ampliar y detallar la crónica por lo menudo, pero no quise aburrirles demasiado y además, creo que, en lo fundamental, todo queda anotado; quizás no en lenguaje ambientalista, o más ortodoxo científicamente, pero también es algo que he cuidado para que todo quisqui lo entienda.

    Hubiera querido incorporar una serie de dibujos ilustrativos de la transformación del tetón, desde cuando sólo exhibía un diminuto pezón (el vértice geodésico al que, por cierto, han robado su placa) hasta el mapamundi de ahora. Les ruego se lo imaginen, yo soy muy mal dibujante.

    Y no les voy a decir de que montaña pudiera tratarse, pudiera ser que algunos entre Vds., ya la hubieran identificado a la primera, a los que no lo hubieran hecho poco se les perdería con saberlo pues poco pudiera perdérseles con caerse por allí. Pudiera ser que, en realidad, no se tratase de una sola montaña, sino que simplemente fuera el ejemplo paradigmático de lo que pudiera estar ocurriéndoles a algunas de las más o menos similares de nuestro todavía ambientalmente rico país, donde pudiera ser que en tantas áreas de montaña la disclimax gratuita pudiera sólo deberse a una simple firma en un papelote; país en donde (yendo estrictamente a lo nuestro) pudiera ser que la nomenclatura ambiental soliera confundir al lepidopterólogo con el coleccionista de mariposas, es decir, al auténtico estudioso de estos bichos con el coleccionista bruto y neto; en donde pudiera ser que los gestores institucionales del asunto no supieran discernir entre una colección científica de referencia e investigación (particular, claro) y otra colección bruta y neta; en donde pudiera ser que cada vez más los comerciantes y exhibicionistas de mariposas estuvieran pasando (con todo el interés de su parte) por lepidopterólogos; en donde pudiera ser que se crea que todo lepidopterófilo derivará en un coleccionista bruto y neto; en donde pudiera ser que aún se crea (hay quien en ello está muy interesado) que lepidopterólogo sólo puede serlo quien esté avalado por títulos académicos; en donde pudiera ser que haya quien crea que en asuntos ambientales (‘Coñañas’ aparte) España va también bien... Dicho sea todo esto ‘sin acritú’.

 

 

Página creada en diciembre de 2001
Última actualización: lunes, 31 de diciembre de 2001


 

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